Entre 1994 y 1997, el cuadro Cristo crucificado de Luis Tristán, conservado en el Museo de Santa Cruz de Toledo, fue restaurado gracias a un acuerdo entre la Real Fundación de Toledo y el Instituto de Conservación y Restauración de Bienes Culturales del Ministerio de Cultura.
Esta obra manierista, fuertemente influida por El Greco, muestra a un Cristo estilizado y de anatomía marcada, suspendido en la cruz de madera, con una expresión serena de sufrimiento que domina toda la composición religiosa. Destaca sobre un fondo oscuro y tormentoso, en tonos rojizos y negros, que refuerza el tono trágico y espiritual del momento. Elementos simbólicos como la calavera, los huesos cruzados y las murallas de Jerusalén evocan tanto el contexto histórico como el significado religioso de la escena.