Tras el estudio realizado por la Fundación en el año 1990 sobre las necesidades de restauración de las puertas monumentales de Toledo, se acometió la de la Puerta de Bisagra, la más emblemática de la ciudad, que ya había requerido una primera intervención de urgencia para consolidar el escudo.

El proyecto de restauración fue realizado y dirigido por el Instituto de Conservación y Restauración de Bienes Culturales del Ministerio de Cultura, y patrocinado por la Fundación Caja Madrid y la Real Fundación de Toledo. Los estudios petrológicos y biológicos realizados por el equipo de especialistas permitieron concluir que el conjunto presentaba un avanzado estado de deterioro causado por mecanismos de alteración físico-químicos, agravados por la fuerte contaminación y el intenso tráfico.

El proceso de restauración consistió en la limpieza de la superficie pétrea, la consolidación de las zonas agrietadas, el relleno de juntas en las zonas de sillares que lo requerían y la impregnación de la superficie con hidrofugante que evitaría la absorción de agua y agentes contaminantes. Durante los nueve meses que duró la restauración, la parte central de la puerta se cubrió con una artística lona que minimizó el impacto visual de los andamios. Tras la restauración, la entrada a la ciudad volvió a recuperar la dignidad perdida.

Proyecto y dirección del I.P.H.E., Ministerio de Educación, Cultura y Deporte; patrocinio Fundación Caja Madrid.