En un momento en el que la ciudad tiene que reflexionar sobre los logros conseguidos como ciudad de valores singulares, herencia acumulada a lo largo de los siglos, cuya identidad se ha convertido en el último siglo en el gran atractivo y motor económico de la ciudad, la Real Fundación de Toledo en su compromiso continuo de re-pensar una ciudad mejor, quiere profundizar en cómo superar y progresar en el concepto de `ciudad única´ alejada de los estereotipos de la globalización. Somos conscientes de que la ciudad es algo más que sus monumentos, que más allá de las murallas el territorio esconde incalculables bienes tangibles e intangibles, que en algunos casos son una fuente de riqueza, a la espera de ser descubierta y en otros a la de ser reparada. Las vegas, los cigarrales, los barrios, y por extensión sus habitantes deben ser los protagonistas de un nuevo planteamiento de la ciudad.
De una forma transversal y humanística, desde la geografía, el paisaje y la arquitectura, la Jornada Toledo por-venir se propuso detectar esos valores hoy ocultos e ignorados, aportando otros caminos posibles, que sumen otras riquezas a la construcción colectiva de un urbanismo cívico.
Planteó el reto de intervenir en un paisaje heredado del pasado que necesariamente debe reconocer la importancia de proteger un patrimonio histórico y cultural, principal fuente de riqueza para la ciudad, sin renunciar a las necesidades de los ciudadanos ahora y en el futuro. Sobre este trasfondo se plantearon las aportaciones del Convenio Europeo del Paisaje y la adopción de las mejores prácticas del urbanismo actual, especialmente en la creación de zonas verdes urbanas, en línea con otras ciudades del mundo que se han beneficiado por sus estrategias en materia de paisaje.
La necesidad de hacer posible el desarrollo urbano sostenible de Toledo y la conveniencia de armonizar su planeamiento con las recomendaciones del Convenio Europeo del Paisaje, en vigor en España desde el 1 de marzo de 2008, obligan a una reflexión de los responsables públicos del territorio y del conjunto de la sociedad sobre su futuro. Para alcanzar esos objetivos, facilitar la cohesión de los distintos barrios de la ciudad y garantizar la conservación de los valores culturales del pasado, se propuso un urbanismo basado en la naturación y el paisaje como patrimonio común, alternativo al modelo dominante en la actualidad.
La ciudad contemporánea ha olvidado sus barrios, esa porción de la ciudad a la que no hay que trasladarse porque ya estamos en ella. Hoy la singularidad de Toledo es que está hecha de barrios dispersos, satelizada. El planteamiento urbanismo ha visto en esta peculiaridad y en la globalización tardo capitalista una coartada con la que justificar una compactación exacerbada que sólo con operaciones administrativas, intangibles, ha alterado los valores públicos, concretos, históricos y naturales del suelo en valores privados, catastrales y volubles. Frente al planeamiento expansivo por qué no pensar un urbanismo poco invasivo, de transformación, ¿por qué no privilegiar lo pequeño, la dispersión, la identidad?